domingo, 11 de abril de 2010

Heródoto (484 y el 425 a. C.)


Nació en Halicarnaso, hubo de abandonar su patria y dirigirse a Samos, donde pudo tener un contacto más estrecho con el mundo cultural jonio; se piensa que desde allí volvió a Halicarnaso y participó en el derrocamiento de Lígdamis (454 a.C.), hijo de Artemisia, representante de la tiranía caria que dominaba en aquella época la vida política de la colonia. Algunos de sus biógrafos informan de que, entre la caída de Lígdamis y su llegada a Turios, Heródoto realizó viajes por varias ciudades griegas, en las que ofrecía lecturas de sus obras.

Su estancia en la Atenas de Pericles le permitió contemplar el gran momento político y cultural que vivía la ciudad: en Atenas, Heródoto pudo conocer a Protágoras, abanderado de la revolución de la sofística, y a Sófocles, el gran poeta trágico que tanto influiría en su obra histórica. También en la época previa a la fundación de Turios, Heródoto hizo aquellos viajes de los que nos habla en su obra: se sabe que estuvo en Egipto durante cuatro meses y que, después, fue a Fenicia y Mesopotamia. Otro de sus viajes le llevó al país de los escitas. Todos estos viajes estuvieron inspirados por el deseo de aumentar sus conocimientos y de saciar sus ansias de saber.

Se le llama padre de la historiografía y sólo a veces de la historia, y de la etnología.

Obra principal: La historia (444 a.C) donde habla de las guerras de los griegos contra los persas, también hizo descripciones sobre la vida, las costumbres y la sociedad de los pueblos que conoció. Su obra estaba escrita en dialecto jónico, y más tarde fue dividida por los gramáticos de Alejandría en nueve libros que tomaron el nombre de las nueve musas de la mitología griega: Calíope, Clío, Talía, Euterpe, Terpsícore, Melpómene, Erato, Urania y Polimnia. Todas ellas, hijas de Zeus y Mnemoside. Estas musas eran consideradas como las protectoras de las artes, la memoria y la astronomía.

Para una mayor reflexión acerca de Herodoto, se tomará como ejemplo el libro de Ángel Palerm llamado la Historia de la etnología.

Palerm nos habla un poco acerca de la obra principal de Herodoto, la cual ya habíamos nombrado anteriormente: Historia, cuyo tema principal son las guerras de los griegos contra los persas, en dicha obra se hace una descripción sobre la vida, las costumbres y la sociedad de los pueblos que conoció. También nos habla de que se le consideró a Herodoto padre de la mentira, ya que no fue un autor convenientemente armado con los instrumentos de la crítica histórica, legó un tesoro de leyendas, mitos e interpretaciones populares. Herodoto muestra hacia las culturas y las costumbres extrañas una tolerancia rara en su época y en sus compatriotas.
Palerm hace una selección de la
Historia de Herodoto sobre algunas descripciones de los pueblos que habitaban las orillas septentrionales del Mar Negro, en el sur de Rusia, y en particular a las que se refieren a los escitas.

Nos da algunos datos interesantes acerca de los escitas, como: que están acostumbrados a pelear a caballo con aro y flechas y su alimentación depende del ganado. Cuando matan en guerra es costumbre beber la sangre del primer enemigo que matan, y llevar a su rey las cabezas de los muertos en batalla.

Los cráneos dan derecho a los guerreros a participar en el botín. Despellejan las cabezas haciendo un corte circular a la altura de las orejas, y después de raspar la piel con la costilla de un buey la soban con los dedos para suavizarla… Cuelgan estos trofeos en la brida de sus caballos y están orgullosos de ellos… a veces despellejan todo el cuerpo y colocan la piel en un armazón de madera que llevan cuando cabalgan…Tienen una manera especial de tratar los cráneos, aserrándolos por debajo de las cejas… Después los usan como copas…[1]

Así continua la serie de explicaciones de Herodoto, sobre las ceremonias funestas y demás tradiciones que tienen los escitas, sin embargo, “nadie posee información exacta sobre lo que hay más allá de la región que estoy describiendo, y jamás he encontrado alguien que la haya recorrido…De todas maneras, diré lo que he podido saber después de cuidadosas averiguaciones sobre estas remotas partes.”[2]

Seguido de esto nos habla sobre otras culturas más, los vecinos de los escitas, sobre los antropófagos, y demás territorios habitados por diferentes grupos con curiosas particularidades.



[1] PALERM, Ángel, Historia de la etnología I. Los Precursores, México: Universidad Iberoamericana, ITESO, CIESAS, 2006, p.p. 25

[2] Íbidem, p.26



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